Preludio a la siesta de un fauno (Prélude à l'après-midi d'un faune) es un poema sinfónico para orquesta compuesto por Claude Debussy, de aproximadamente 10 minutos de duración. Su estreno tuvo lugar en París el 22 de diciembre de 1894, bajo la dirección de Gustave Doret.
La composición fue inspirada por el poema L'après-midi d'un faune de Stéphane Mallarmé. Posteriormente Debussy adaptó la obra para ballet, coreografiado por Vaslav Nijinsky. Es una de las piezas más famosas de Debussy y está considerada un hito en la música moderna; Pierre Boulez consideraba la partitura como el inicio del música moderna.
La melodía cromática en flauta solo de la obertura es uno de los pasajes más célebres compuestos para música orquestal.
No pudiendo asignar a la obra una forma tradicional, salvo por alguna
analogía arbitraria, es posible al menos definir las líneas esenciales
de su estructura: se divide en seis partes de longitud desigual. En la
primera parte, el célebre tema es expuesto cuatro veces por la flauta,
primero sin acompañamiento, luego con una armonización provisional, una
armonización de espera. Hasta la tercera exposición no conquista su
armonía verdadera, implícita, ideal. La cuarta modifica ligeramente el
ritmo. La segunda parte, aunque recoge el tema inicial también presenta
un segundo motivo, expresado por el oboe. La tercera parte se funde
sobre un eleménto melódico nuevo, de un prodigioso pero misterioso
lirismo. La cuarta parte vuelve al primer tema, variando la figuración
rítimica, por lo que no reaparecerá en su aspecto primitivo hasta la
quinta parte, que podríamos calificar <<reexposición>>. La
coda constituye la sexta y última parte, concluyendo la obra sobre una
suerte de esquematización del tema, es decir, de reducción de éste a sus
notas tonalmente esenciales, como si no fuese más que la sombra de sí
mismo, ilustrando así el verso que cierra el poema de Mallarmé.
Escuchamos la versión de Charles Dutoit al frente de la Orquesta Sinfónica de Montréal en una grabación de 1989.
Parsifal es un Festival escénico sacro, Bühnenweihfestspiel, como lo definió su autor Richard Wagner, en tres actos, con música y libreto en alemán, compuestos por él mismo. Se basa en el poema épico medieval (del siglo XIII) Parzival de Wolfram von Eschenbach, sobre la vida de este caballero de la corte del Rey Arturo y su búsqueda del Santo Grial. Wagner concibió la obra en abril de 1857 pero sólo la completó 25 años después, estrenándose en el Festival de Bayreuth el 26 de julio de 1882 (al estreno asistirían, entre otros, Vincent d'Indy y Ernest Chausson).
Wagner leyó por primera vez el poema de Wolfram von Eschenbach en Marienbad en 1845. Influenciado por la concepción filosófica del mundo contenida en los trabajos de Arthur Schopenhauer en 1854, Wagner se mostró interesado en las filosofías orientales, particularmente el budismo. Tras leer la obra de Eugène Burnof Introduction à l'historie du buddhisme indien en 1855/56, escribió Die Sieger (Los victoriosos, 1856), un boceto de una ópera basada en una historia de la vida de Buda. Los temas que luego serían explorados en Parsifal de reencarnación, compasión, renuncia a uno mismo e incluso los grupos sociales (castas en Die Sieger, los Caballeros del Grial en Parsifal) fueron introducidos en Die Sieger.
De acuerdo con su propio relato, recogido en su autobiografía Mein Leben, Wagner concibió Parsifal en la mañana del Viernes Santo de 1857, en la residencia que Otto von Wesendonck,
rico comerciante de sedas y generoso patrón, había dispuesto para
Wagner. Parece probable que el que Wagner dijera que se había inspirado
un Viernes Santo para componer la ópera no sea más que una licencia
poética. Sea como sea, se acepta que el trabajo comenzó en la residencia
que le había cedido Wesendonck durante la última semana de abril de
1857.
Tras este primer boceto, Wagner no volvió a trabajar en Parsifal durante ocho años, durante los cuales completó Tristán e Isolda y empezó Los maestros cantores de Núremberg. Entre el 27 y el 30 de agosto de 1865, retomó Parsifal
y completó un pequeño boceto de la obra. Este boceto contenía un breve
resumen del argumento y detallados comentarios sobre los personajes y
temas del drama. Una vez más, el trabajo fue abandonado durante otros
once años y medio. Durante este tiempo, Wagner dedicó la mayor parte de
sus energías al ciclo del El anillo del nibelungo, el cual completó en 1874. Sólo cuando su gran obra fue estrenada, Wagner encontró tiempo para dedicarse a Parsifal. El 23 de febrero de 1877 terminó un segundo y más extenso boceto de la obra, que el 19 de abril del mismo año había transformado en un libreto en verso (o «poema», como Wagner prefería llamar a sus libretos).
En septiembre de 1877
empezó la música componiendo dos bocetos de la partitura desde el
comienzo hasta el final. El primero de estos borradores (conocido en
alemán como Gesamtentwurf) fue hecho a lápiz en tres pentagramas, uno para la voz y dos para los instrumentos. El segundo borrador (Orchesterskizze)
fue realizado en tinta y con tres a cinco pentagramas según la parte.
Este boceto estaba mucho más detallado que el primero y contenía un
grado considerable de elaboración de la parte instrumental.
El segundo borrador lo inició el 25 de septiembre de 1877,
solo pocos días después del primero. En ese momento de su carrera, a
Wagner le gustaba trabajar en los dos borradores a la vez, cambiando
entre uno y otro. Una vez acabados los borradores, Wagner terminaba la
partitura final (Partiturerstschrift).
Wagner compuso los actos de Parsifal de uno en uno, y hasta que no terminaba completamente uno no pasaba al siguiente.
El Festival de Bayreuth estableció un monopolio absoluto sobre las representaciones de Parsifal,
que sólo podrían darse fuera de Bayreuth 30 años después de la muerte
de su autor, en 1913. No obstante, en 1903 la ópera fue representada en
el Metropolitan Opera de Nueva York.
El 1 de enero de 1914 tuvieron lugar las primeras representaciones
«legales» fuera de Bayreuth: la primera de ellas —que empezó la noche
del 31 de diciembre de 1913, adelantándose en una hora y media debido a
la diferencia horaria entre Bayreuth y Barcelona— se dio en el Gran Teatre del Liceu de Barcelona. La ópera forma parte del Canon de Bayreuth. La composición de esta ópera supuso la ruptura de su amistad con el filósofo Friedrich Nietzsche por su claro sentido religioso.
La obra se estructura en tres actos, superando las cuatro horas de
duración. El primer acto dura en torno a una hora y cuarenta y cinco
minutos, mientras que el segundo y el tercero vienen a durar entre
sesenta y cinco y setenta y cinco minutos.
Se exige una orquesta enorme, con una nutrida sección de metal y una
cuerda reforzada, con la presencia de campanas. Probablemente sea la
ópera más difícil para un coro, requiriendo de grandes efectivos
repartidos en torno al escenario en la escena de la Sala del Grial en el
primer acto y al final del tercero. Las tesituras son muy amplias y las
voces aparecen frecuentemente desdobladas.
Igualmente, el equipo de solistas es muy importante. El papel titular es para tenor heroico, con una tesitura similar a Sigmundo en La valquiria. Su papel se caracteriza por momentos especialmente dramáticos en la gran escena con Kundry del segundo acto y líricos en el tercero. Junto a él, el rol de Gurnemanz es
para un bajo profundo con una línea de canto depurada, debido a la
matización que el personaje requiere en los largos monólogos que tiene
que afrontar en el primer y en el tercer acto. Personaje clave es sin
duda Amfortas, para barítono-bajo, rey del Grial, dramático y sufriente. El único papel femenino importante es Kundry, para mezzosoprano o soprano dramática, una de las magnas creaciones del compositor bocetada en la Venus de Tannhäuser y Ortrud de Lohengrin.
Con una caracterización que se mueve entre la locura y la pasión de una
parte y a su vez aspira a la redención y es compasiva, lo cual requiere
una caracterización psicológica compleja, posee una tesitura muy
extensa, que requiere los graves de una mezzo y los agudos brillantes y
potentes de una soprano, siendo uno de los papeles más difíciles del
repertorio alemán. También son considerablemente importantes Titurel, padre de Amfortas (bajo profundo) y Klingsor, nigromante y personaje maligno de la obra (barítono).
Acto I
Gran preludio orquestal donde aparecen los principales "leitmotiv" del Festival Sacro.
Escena 1
En un bosque cerca del castillo de Monsalvat, sede del Grial y sus caballeros, Gurnemanz, el mayor de los caballeros del Grial, despierta a sus jóvenes escuderos
y los guía en la oración. Ve a Amfortas, rey de los caballeros del
grial, y su séquito que se acercan. Amfortas ha sido herido por su
propia lanza, que no es sino la Lanza Sagrada con que Longinos abrió la
llaga del costado de Cristo, y la cual debía custodiar , y la herida no
se cura.
Gurnemanz pide a su caballero principal noticias de la salud del rey.
El caballero dice que el rey ha sufrido durante la noche y que se va
temprano a bañar en el lago sagrado. Los escuderos piden a Gurnemanz que
les explique cómo la herida del rey puede sanarse, pero él elude la
cuestión y entra una mujer enloquecida, Kundry. Ella entrega a Gurnemanz
un vial de bálsamo, traído de Arabia, para aliviar el dolor del rey, y luego se derrumba, agotada.
Llega Amfortas, tumbado en una camilla
que sostienen Caballeros del Grial. Llama a Gawain, cuyo intento de
aliviar el dolor del rey ha fracasado. Le dicen que este caballero se ha
vuelto a marchar, buscando un remedio mejor. Alzándose un poco, el rey
dice que marcharse sin permiso ("Ohn' Urlaub?") es el tipo de
impulsividad que le llevó a él al reino de Klingsor, y a su caída.
Acepta la poción de Gurnemanz e intenta agradecérselo a Kundry, pero
ella contesta apresuradamente que las gracias no ayudarán y le insta a
que vaya a su baño.
Se marcha la procesión. Los escuderos miran a Kundry con sospecha y
le hacen preguntas. Después de una breve réplica, ella se calla.
Gurnemanz les dice que Kundry a menudo ha ayudado a los Caballeros del
Grial, pero que ella va y viene de manera impredecible. Cuando él le
pregunta directamente por qué ella no se queda para ayudar, responde
"¡Nunca ayudo!" ("Ich helfe nie!"). Los escuderos creen que ella es una bruja y desdeñosamente comentan que si ella hace tanto, por qué no encuentra la Lanza Sagrada
para ellos. Gurnemanz revela que esta hazaña está destinada a otra
persona. Dice que a Amfortas se le confió ser guardián de la Lanza, pero
la perdió cuando fue seducido por una mujer irresistiblemente atractiva
en el dominio de Klingsor. Klingsor atrapó la Lanza y con ella atacó a
Amfortas: esta herida causa a Amfortas tanto dolor como vergüenza, y nunca curará por sí misma.
Los escuderos regresan del baño del rey y le dicen a Gurnemanz que el
bálsamo ha aliviado su sufrimiento. Los propios escuderos de Gurnemanz
le preguntan cómo es que conoce a Klingsor. Solemnemente les dice que
tanto la Sagrada Lanza, como el Santo Grial,
en el que se recogió la sangre que fluía, habían llegado a Monsalvat
para ser guardados por los caballeros del Grial bajo el dominio de Titurel,
el padre de Amfortas. Klingsor anhelaba pertenecer a la congregación de
los caballeros, pero incapaz de mantener los pensamientos impuros lejos
de su mente, recurrió a la auto-castración,
haciendo con ello que le expulsaran de la orden. Klingsor entonces se
ha vuelto enemigo del reino del Grial, aprendiendo artes oscuras. Ha
establecido sus dominios en el valle inferior cercano a Monsalvat y lo
ha llenado de bellas doncellas-flores que tratan de seducir y embelesar a
los caprichosos caballeros del Grial para hacerlos perecer. Aquí fue
donde Amfortas perdió a su vez la Sagrada Lanza, conservada por
Klingsor, que trama ahora cómo conseguir también el Grial. Gurnemanz
dice que Amfortas más tarde tuvo una visión santa que le dijo que
esperara a un "casto inocente, iluminado por la compasión" (“Durch Mitleid wissend, der reine Tor”) quien finalmente curará la herida.
Justo en este momento, se oyen gritos de los caballeros (" Weh! Weh!" - "¡Dolor! ¡Dolor!"): un cisne en vuelo ha sido alcanzado por una flecha y ha caído abatido a tierra, y traen a un joven, un arco en su mano y un carcaj con flechas que son iguales a la que alcanzó al cisne. Gurnemanz habla severamente al muchacho diciéndole que este es un lugar santo. Le pregunta directamente si disparó contra el cisne, y el muchacho presume de que si vuela, él puede acertarle ("Im Fluge treff' ich was fliegt!") Gurnemanz le pregunta qué daño le había hecho el cisne, y muestra al joven el cuerpo sin vida de esta ave benefactora. Ahora con remordimientos, el joven rompe su arco, arrojándolo a un lado. Gurnemanz le pregunta por qué está aquí, quién es su padre, cómo encontró este lugar y, finalmente, su nombre. A cada pregunta el muchacho responde "No lo sé". El caballero mayor aleja a sus escuderos para que vayan a ayudar al rey y ahora pregunta al muchacho qué es lo que él sí sabe. El joven dice que tiene una madre, Herzeleide, y que el arco lo hizo él mismo. Kundry había estado escuchando y ahora les dice que el padre del muchacho fue Gamuret, un caballero muerto en batalla, y también cómo la madre del muchacho ha prohibido a su hijo usar una espada, temiendo que tenga el mismo destino que su padre. Ahora el joven recuerda haber visto caballeros pasar por su bosque, que él dejó su casa y su madre por seguirlos. Kundry se ríe y le dice al joven que, mientras ella cabalgaba, vio a Herzeleide morir de pena. Al oír esto, el muchacho se lanza contra Kundry pero entonces cae conmovido por la pena. La propia Kundry le ofrece agua para reconfortarlo y ahora cansada sólo desea dormir y desaparece entre la maleza.
Gurnemanz sabe que el Grial sólo dirige a los píos a Monsalvat e invita al muchacho a observar el ritual del Grial. El joven no sabe lo que es el Grial, pero señala que mientras ellos caminan, él apenas parece moverse, y aun así parece que viaja lejos. Gurnemanz dice que en este reino, el tiempo se convierte en espacio (" Zum Raum wird hier die Zeit"). Un grandioso interludio orquestal lleva a la escena 2.
Escena 2
Llegan al salón del Grial, donde los caballeros se están reuniendo para recibir la Eucaristía ("Zum letzten Liebesmahle" - "Esta última cena santa"). Se oye la voz de Titurel, diciendo a su hijo, Amfortas, que descubra el Grial. Amfortas está atormentado por la vergüenza y el sufrimiento (" Wehvolles Erbe, dem ich verfallen"). Es el guardián de estas sagradas reliquias pero aun así ha sucumbido a la tentación y perdido la Lanza: declara que él no es merecedor de su cargo. Grita pidiendo perdón (“Erbarmen!”) pero sólo oye la promesa de la redención futura a través de un tonto inocente.
Al oír el grito de Amfortas, el joven parece sufrir con él, apretando su corazón. Los caballeros y Titurel urgen a Amfortas a poner de manifiesto el Grial ("Enthüllet den Gral"), lo que él, finalmente, hace. El oscuro salón queda ahora bañado de la luz del Grial al tiempo que los caballeros comen. Gurnemanz empuja al joven para que participe, pero el muchacho parece en trance y no sigue. Amfortas no comulga y, al finalizar la ceremonia, cae transido de dolor y lo sacan. Lentamente se va vaciando el Salón dejando sólo al muchacho y a Gurnemanz, quien le pregunta si ha comprendido lo que ha visto. Cuando el muchacho es incapaz de responder, Gurnemanz lo despide considerándolo tonto y le envía una advertencia de cazar gansos, si debe, pero ha de dejar en paz a los cisnes. Una voz desde lo alto repite la promesa, "El casto inocente, iluminado por la compasión".
Acto II
Se inicia con un breve como intenso preludio orquestal que hace referencia a Klingsor, pero en el que se entremezclan otros "leitmotiv" relacionados con el Grial.
Escena 1
El segundo acto se abre en el castillo mágico de Klingsor, quien conjura a Kundry, despertándola de su sueño. La llama por muchos nombres: Primera Hechicera, la Rosa del Infierno, Herodías, Gundryggia y, finalmente, Kundry. Ella se resiste a obedecerle y se burla de la condición mutilada de Klingsor preguntando sarcásticamente si él es casto ("Ha ha! Bist du keusch?"), pero ella no puede resistir su poder. Klingsor observa que Parsifal se acerca, y llama a sus caballeros encantados para que luchen contra el muchacho. Klingsor ve cómo Parsifal derrota a los caballeros que emprenden la huida.
Klingsor ve al joven dirigirse al jardín de doncellas-flores y llama a Kundry para que busque al joven y lo seduzca, pero cuando él se gira, ve que Kundry ya ha salido a cumplir su misión.
Escena 2
El triunfante joven se encuentra en un jardín encantado, rodeado por bellas y seductoras doncellas-flores. Lo llaman y se enredan sobre él mientras le riñen por haber herido a sus amantes ("Komm, komm, holder Knabe!"). Pronto luchan entre sí para ganarse la devoción exclusiva del joven, hasta el punto de que él va a escaparse, pero luego una voz lo llama, "Parsifal!" Recuerda entonces que es éste el nombre que su madre usa cuando se le aparece en sueños. Las doncellas-flores retroceden y le llaman tonto mientras lo abandonan y lo dejan a solas con Kundry, que aparece bellísima y seductora.
Él se pregunta si este jardín es un sueño y pregunta cómo es que Kundry sabe su nombre. Kundry le dice que lo aprendió de su madre, en un magnífico monólogo: ("Nein Parsifal, du tör'ger Reiner"..."Ich sah das Kind an seiner Mutter Brust." - "Yo vi al niño alimentado en el seno materno..."). Su madre lo había amado e intentado proteger del destino de su padre; él la había abandonado y ella, Herzeleide, había muerto de pena. Tras estas revelaciones de Kundry, el joven queda dominado por el remordimiento, culpándose a si mismo por la muerte de su madre. Comprende cuán estúpido ha sido olvidándola. Kundry dice que darse cuenta de esto es un primer signo de comprensión y que, con un beso, ella le puede ayudar a comprender el amor de su madre. En ese instante, Parsifal toma conciencia del dolor de Amfortas, y grita su nombre como si lo llamase: siente el dolor del rey herido ardiendo en su propio costado, y ahora entiende el sufrimiento físico y moral de Amfortas durante la ceremonia del Grial ("Amfortas! Die Wunde! Die Wunde!" - "¡Amfortas! ¡La herida! ¡La herida!") Lleno de compasión, Parsifal rechaza las proposiciones de Kundry.
Furiosa al ver que sus intentos fracasan, Kundry le dice a Parsifal que si puede sentir compasión por Amfortas, debería entonces ser capaz de sentir compasión por ella también. Ella ha sido maldita durante siglos, incapaz de descansar, porque vio al Salvador portando la Cruz camino del Calvario y se rió de su dolor. Ahora ella nunca puede llorar, sólo reírse, y está también esclavizada por Klingsor. Parsifal la rechaza de nuevo y le pide que lo guíe hasta Amfortas. Kundry le ruega que se quede con ella aunque sólo sea por una hora, y luego lo llevará ante Amfortas. La vuelve a rechazar, y entonces Kundry lo maldice a vagar sin encontrar jamás el Reino del Grial, finalmente ella llama a su maestro para que la ayude.
Klingsor aparece y arroja la Lanza a Parsifal, pero se detiene en mitad del aire, por encima de su cabeza. Parsifal la coge y hace el signo de la Cruz. El castillo se desmorona y mientras él emprende su marcha, le dice a Kundry que ya sabe dónde podrá encontrarlo de nuevo.
Acto III
Escena 1
Tras un nuevo preludio orquestal, sereno y armónicamente complejo, que simboliza el retorno de Parsifal, el tercer acto se abre como el primero, en el dominio del Grial, pero muchos años después. Gurnemanz aparece envejecido y doblado. Oye lamentos cerca de su cabaña de ermitaño y descubre a Kundry inconsciente en la maleza, como había ocurrido años atrás ("Sie! Wieder da!"). La revive usando agua del Santo Manantial, pero ella sólo pronuncia la palabra "servir" (“Dienen”). Gurnemanz presiente que hay algún significado en su reaparición en este día. Mirando al bosque, ve que se acerca un personaje, recubierto de armadura negra y el rostro cubierto por el yelmo. Trae consigo una lanza, pero no puede saber quién es. Gurnemanz se lo pregunta, sin obtener respuesta. Finalmente el recién llegado, desprovisto del yelmo, es reconocido por el anciano Gurnemanz como el muchacho que disparó al cisne, y con alegría observa que la Santa Lanza es la que ha traído consigo. Parsifal habla de su deseo de encontrar a Amfortas ("Zu ihm, des tiefe Klagen.") Relata su largo viaje, vagando durante años, incapaz de encontrar un camino de vuelta al Grial: a menudo se ha visto obligado a luchar, pero nunca rindió la Lanza en batalla. Dice a Gurnemanz que la maldición que le impedía encontrar el camino correcto ya no surte efecto. Gurnemanz reconoce empero que en su ausencia Amfortas nunca ha vuelto a oficiar para los caballeros del Grial, y que Titurel ha muerto. Parsifal se encuentra sobrecogido por el remordimiento, culpándose a sí mismo de esta situación. Gurnemanz le dice que hoy es el día de los funerales por Titurel y que tiene que cumplir un gran deber. Kundry lava los pies de Parsifal y Gurnemanz lo unge con agua del Santo Manantial, reconociéndolo como el casto inocente, ahora iluminado por la compasión, y como él será el nuevo rey de los caballeros del Grial. A su vez Parsifal bautiza a Kundry que permanece en silencio respetuoso. Parsifal mira alrededor y comenta la belleza de la naturaleza primaveral. Gurnemanz explica que hoy es Viernes Santo, cuando toda la creación se renueva por la Muerte del Salvador. Son los "encantamientos del Viernes Santo". Se oyen a lo lejos las campanas del templo de Monsalvat; Gurnemanz anuncia: Mediodía, ha llegado la hora. ¡Mi señor, permite que tu siervo te guíe! y los tres emprenden el camino hacia el castillo del Grial. Un interludio orquestal que se inicia con majestuosos acordes y ritmos que se interfieren (Mittag) los acompaña a la solemne reunión de los caballeros en la escena 2.
Escena 2
Los caballeros traen a Amfortas ante el santuario del Grial, y el féretro donde reposa su padre Titurel, a quien invoca para ofrecerle descanso de sus sufrimientos, y desea unirse a él en la muerte ("Mein vater! Hochgesegneter der Helden!" - "¡Padre mío!...") Los caballeros del Grial urgen apasionadamente a Amfortas que descubra el Grial de nuevo, pero iracundo, dice que nunca más realizará el oficio ante la sagrada Copa, ordenando a los caballeros que lo maten si así lo desean y acaben de una vez por todas con su sufrimiento y con la vergüenza que les ha aportado. En ese momento, Parsifal se adelanta y dice que sólo un arma puede sanar la herida ("Nur eine Waffe taugt" - "Sólo sirve un arma"): con la Lanza toca el costado de Amfortas, que queda curado y absuelto de su culpa. El mismo Parsifal ordena que se descubra el Grial, reemplazando a Amfortas como celebrante. Mientras todos los presentes se arrodillan, Kundry, liberada de su maldición y redimida, cae sin vida al suelo, al tiempo que una paloma blanca desciende sobre el Grial y sobre Parsifal. El coro entona un canto de acción de gracias.
Escuchamos la versión dirigida por Giuseppe Sinopoli en el Festival de Bayreuth de 1998 con Poul Elming, Linda Watson, Falk Struckman, Matthias Hölle, Hans Sotin y Ekkehard Wlaschiha.
El mandarín maravilloso (húngaro: A csodálatos mandarín; alemán: Der Wunderbare Mandarin) op. 19, Sz. 73, es un ballet pantomima en un acto, compuesto por el compositor húngaro Béla Bartók entre 1918 y 1924, basado en una historia de Melchior Lengyel. Estrenado en Colonia en 1926,
causó un escándalo y fue temporalmente prohibido. Aunque su estreno en
Praga fue mejor recibido, en vida del compositor fue interpretado más
frecuentemente en la versión de suite de concierto, la cual preserva
casi dos tercios de la música original del ballet.
Luego de una introducción orquestal que representa el caos de la gran
ciudad, la acción se inicia en un cuarto que pertenece a tres
vagabundos. Buscan dinero en sus bolsillos, pero no lo encuentran.
Entonces deciden forzar a una chica a que permanezca en una ventana para
atraer al cuarto a los hombres que pasen. Ella inicia un juego de
seducción con una danza descarada, con la que primero atrae a un
libertino, viejo y pobremente vestido, quien hace gestos románticos y
cómicos. Cuando ella le pregunta si tiene dinero, él contesta "¿Quién
necesita dinero? Lo que importa es el amor". Él persigue a la chica, con
creciente insistencia, hasta que los vagabundos lo cogen y lo echan.
La chica regresa a la ventana e inicia un segundo juego de seducción.
Esta vez atrae a un tímido muchacho que tampoco tiene dinero. El hombre
baila con la chica, y cuando el baile se torna apasionado, los
vagabundos lo asaltan y también le echan.
La chica va nuevamente a la ventana e inicia su baile. Es cuando los
vagabundos y la chica ven una figura bizarra en la calle, que pronto
asciende por las escaleras. Los vagabundos se esconden y la figura, un mandarín,
permanece inmóvil en la entrada del cuarto. Los vagabundos le ordenan a
la chica que lo atraiga. Cuando ella baila, el mandarín se excita y
salta sobre ella. Se inicia un forcejeo, la chica logra escapar de su
abrazo, y él la persigue. Los vagabundos saltan sobre él, le quitan sus
cosas de valor e intentan ahogarlo con almohadas y sábanas. Sin embargo,
él sigue con la vista fija en ella. Le apuñalan tres veces con una
espada oxidada; el mandarín tambalea, pero salta nuevamente sobre la
chica. Los vagabundos lo atrapan nuevamente y lo cuelgan de la lámpara,
que se rompe dejando el cuarto a oscuras. El cuerpo del mandarín empieza
a brillar con una misteriosa luz azul. Los vagabundos y la chica se
horrorizan.
A la chica se le ocurre cómo deshacerse de él. Le ordena a los
vagabundos que lo suelten. Cuando el mandarín salta sobre la chica, ella
no opone resistencia, abrazándole. Cuando el deseo del mandarín se
cumple, las heridas empiezan a sangrar y muere.
Escuchamos la versión de Claudio Abbado dirigiendo a la Orquesta Sinfónica de Londres y a los Ambrosian Singers en una grabación de 1983.
El cazador furtivo (título original en alemán, Der Freischütz) es una ópera en tres actos con música de Carl Maria von Weber y libreto en alemán de Friedrich Kind. Fue estrenada en la Schauspielhaus de Berlín el 18 de junio de 1821 bajo dirección musical del propio compositor. Está considerada la primera ópera romántica alemana importante, especialmente en su identidad nacional y franca emocionalidad.
Su trama se basa en una leyenda folclórica alemana, y muchas de sus tonadas están inspiradas por la música folclórica alemana. Su retrato nada terrenal de lo sobrenatural es especialmente agudo en la famosa escena de la Cañada o Garganta del Lobo.
A pesar de sus atrevidas innovaciones (y algunos ataques por parte de
los críticos), rápidamente se convirtió en un éxito internacional, con
alrededor de 50 interpretaciones en los primeros 18 meses después de su
estreno el 18 de junio de 1821 en el Schauspielhaus de Berlín (hoy
llamado el Konzerthaus). Entre los muchos artistas influidos por El cazador furtivo estuvo un joven Richard Wagner.
El título El cazador furtivo procede de una leyenda alemana. Normalmente se traduce al inglés como The Marksman ("El tirador") o The Freeshooter ("El cazador furtivo", como en español).
Una versión en francés con recitativos fue preparada por Hector Berlioz para una producción en la Ópera de París en 1841;7 esta fue repuesta en la Opéra-Comique de París en 2011.
Con motivo de una estancia en 1810 en el castillo de Neoburgo Weber, impresionado por la reciente creación de Fidelio, primera y única ópera de Beethoven, escogió a su vez el cuento Des Jägers Braut como tema de ópera. Pero lo ocuparon otros compromisos y hasta el año 1816 no solicitó al poeta Johann Friedrich Kind que le escribiera un libreto. La composición empezó en julio de 1817.
Estrenada en la Schauspielhaus de Berlín el 18 de junio de 1821
bajo dirección musical del propio compositor, debido a las tensiones
políticas en Dresde donde Weber estaba oficialmente a cargo, la obra
encontró un éxito inmediato, y se convirtió rápidamente en un éxito
internacional, alcanzado cerca de cincuenta representaciones en los 18
meses siguientes a su estreno en Berlín. Su éxito se propagó rápidamente
dentro de toda Europa y se convirtió en el símbolo del nacimiento de la
ópera romántica alemana.
El estreno en Francia tuvo lugar en el théâtre de l'Odéon el 7 de diciembre de 1824 en una adaptación francesa de Castil-Blaze y Thomas Sauvage – muy alejado del original – titulado Robin des Bois ou les Trois Balles, y que será representada regularmente, especialmente en la Opéra-Comique el 15 de enero de 1835 y en el Théâtre-Lyrique el 24 de enero de 1855. Se hicieron muchos cambios en la partitura, como divertissements
hechos de la música de danza en "Preciosa" y "Oberón", y de "Invitación
a la danza", con partitura de Berlioz. Una segunda versión, más fiel,
se realizó en 1841 por Hector Berlioz (que añadió recitativos) y Émilien Pacini (quien tradujo apropiadamente el texto) para la Opéra de Paris bajo el título Le Franc Archer. Su primera representación en inglés en Londres tuvo lugar el 22 de julio de 1824 como Der Freischütz, or the Seventh Bullet, con varias baladas insertadas; y su primera representación en italiano en el Covent Garden el 16 de marzo de 1850, con recitativos obra de Costa, como Il Franco Arciero.
Fue tan popular en Inglaterra en 1824 que nada menos que nueve teatros
estaban presentando varias versiones de ella al mismo tiempo.La versión original se estrenó en el Théâtre-Italien (salle Favart)
el 14 de mayo de 1829 por un grupo alemán que permitió al público
parisino descubrir igualmente las otras dos obras maestras de Weber, Euryanthe (1823) y Oberón (1826). En España se estrenó el 4 de agosto de 1849, en el Gran Teatre del Liceu de Barcelona.
El texto de la ópera está tomado de una historia de Cuentos populares de las naciones norteñas,
y se funda en una creencia tradicional de que un demonio en el bosque
dota a un tirador con balas mágicas que siempre aciertan, forjadas bajo
influencias mágicas.
Acto I
Cuno, el jefe de los guardabosques del príncipe de Bohemia, demasiado viejo para seguir en el cargo, recomienda a Max, un hábil tirador, que está prometido con su hija Agatha, como su sucesor. El príncipe está de acuerdo en aceptarlo si logra vencer en el concurso de habilidad que se celebra al día siguiente.
En dicho concurso de tiro, Max pierde en favor del joven campesino Kilian, quien es proclamado "Rey de los tiradores." (Coro: "Victoria! der meister soll leben"/"¡Victoria! Larga vida al maestro"; la canción de burla de Kilian: "Schau der Herr"/"Deja que me mire como rey.")
Debido a que Max ha tenido mala suerte durante varios días, cae fácilmente bajo la influencia de Caspar, el villano de la obra, que se ha vendido al demonio Samiel, y que también está enamorado de Agatha. Caspar idea un truco para arruinar a Max y entregarlo a Samiel como un sustituto de sí mismo, pues el límite de su contrato con el demonio llega a un final pronto. Caspar convence a Max para forjar siete balas mágicas que use en el concurso. Caspar, cuyo alma es entregada al demonio al día siguiente, espera obtener tres años más de gracia poniendo a Max en su lugar. (Trío: Cuno, Caspar, Max; coro: "O diese Sonne"/"Oh, el sol, aterradoramente se alza.")
A solas, Max se entrega a una honda melancolía al pensar en que puede perder a Agathe si fracasa en el concurso de tiro. (Aria: "Durch die Wälder"/"A través de los bosques y campos.") Caspar con extraños encantamientos intenta imbuirle coraje. (Canción: "Hier im ird'schen Jammerthal"/"Aquí, en este valle de lágrimas.")
Caspar entrega a Max su pistola cargada con una bala mágica, y para su propio asombro, Max mata a un águila que vuela a gran altura. Decide ir con Caspar a medianoche a la terrible Garganta del Lobo para forjar las balas mágicas, que matarán cualquier cosa que quiera el tirador, para ganar el concurso. Caspar, a solas, triunfa. (Aria: "Schweig! damit dich Niemand wart"/"Silencio, que nadie le advierta nada.")
Acto II
Habitación de Agathe.
Agathe tiene sombríos presentimientos. Canta su encuentro con un ermitaño en el bosque, que le dijo que la amenazaba un peligro, pero sería protegida por su corona nupcial. En el momento en que Max dispara la bala mágica, la imagen del antepasado de Agathe que cuelga en la pared cae al suelo, lesionándola ligeramente. La prima y compañera de Agathe, Aennchen lo reemplaza. (Dúo: "Schelm, halt fest!"/"¡Pillo, agárrate fuerte, yo te enseñaré!.") Agathe se preocupa aún más, pero Aennchen consigue animarla con sus bromas. (Arieta: "Kommt ein schlanker Bursch gegangen"/"Viene un bello joven por este camino.")
Agathe a solas espera a Max con las noticias de su éxito, que ella decide interpretar como un buen augurio. (Recitativo y aria: "Wie nahte mir der Schlummer . . . Leise, leise"/"Mis párpados se cierran en sueños... Bajo, bajo, palabras sagradas".)
Max llega; reconoce que no ha sido el ganador, pero explica que ha matado a un ciervo, que trae esta tarde de la Garganta del Lobo. Ignorando los ruegos de Agathe y Aennchen, Max se marcha. (Trío: "Wie? Was? Entsetzen!"/"¡Qué, oh horror! ¿Allí, en la Garganta del Lobo?")
La Garganta del Lobo por la noche Caspar invoca a Samiel, el Cazador Negro, en su ayuda, y prepara la forja de las balas mágicas. Llega Max y el espíritu de su madre le advierte que abandone el proyecto. Samiel conjura la forma de Agathe, representándola ahogándose desesperada por el fracaso de Max, de ahí él se lanza a la Garganta y con un ruido demoníaco comienza la forja de las balas.
Acto III
Habitación de Agathe. Agathe está rezando. (Aria: "Und ob die Wolke sie verhülle"/"A través de nubes oscuras aún luce el sol en el cielo radiante.") Han vuelto sus dudas, debido a un sueño con un augurio desfavorable, pero Aennchen de nuevo la alegra con risas y una canción. (Romanza y aria, posteriormente añadida por Weber: "Einst träumte meiner sel'gen Base"/"Mi prima muerta ha tenido un sueño.") Las doncellas llegan con la corona nupcial. (Canción: "Wir winden dir den Jungfern-Kranz"/"Te rodeamos, corona nupcial.") Cuando Aennchen abre la caja, sin embargo, encuentra dentro una corona funeraria, que aún incrementa más su inquietud. En cierta medida se reconforta por el recuerdo de la promesa del ermitaño de que estará protegida por su corona nupcial.
El encuentro de los tiradores. Habiéndose dividido las siete balas entre ellos, Max ha usado cuatro y Caspar ha usado tres. Max exige a Caspar que le entregue la última bala para usar en el turno final, pero Caspar lo rechaza. Cuando Max se marcha, Caspar dispara a un zorro, haciendo así que la bala de Max sea la séptima y controlada por el Diablo.
El concurso de tiro. El príncipe Ottokar espera a Max en su tienda. (Coro de guardabosques: "Was gleicht wohl auf Erden"/"Lo que excede de los placeres de la caza.") Max va ahora a disparar a una paloma. Al apuntar, Samiel, el Cazador Negro, aparece para guiar la bala, y hace que Max dispare a Agathe, quien es aparentemente herida. (Finale: "Schaut, o schaut"/"Mira, oh, mira, ha disparado a la novia.") Agathe cae, pero su corona nupcial ha desviado la bala, que ha dado a Caspar. Agathe revive de su desmayo. Caspar, al ver a un santo ermitaño a su lado, se da cuenta de que ha fracasado. Samiel le coge a él en lugar de a Max, así que Caspar expira con una maldición en sus labios. El príncipe Ottokar ordena que el cadáver sea arrojado a la Garganta del Lobo, y luego exige y recibe una explicación por parte de Max. A pesar de los ruegos de Cuno, Agathe, los campesinos, y los cazadores, el furioso príncipe pronuncia una sentencia de destierro. Antes de que se pueda ejecutar, sin embargo, el ermitaño entra en medio de la niebla. El príncipe reconoce al hombre santo, y pide su consejo. El ermitaño explica que los efectos combinados del amor por Agathe, y el miedo de perderla en caso de fracasar en el concurso han hecho que Max se aparte de una vida que anteriormente fue sin una falta. El ermitaño condena el concurso de tiro, sugiere como pena un año de penitencia y pregunta quién entre los presentes puede mirar en su propio corazón y está dispuesto a arrojar la primera piedra. Si Max vive una vida sin pecados, ganará el perdón y se le permitirá casarse con Agathe. El príncipe alaba al ermitaño por su sabiduría diciendo que un poder más alto habla por él. El príncipe acaba su discurso diciendo que él mismo colocará la mano de Agathe en la de Max cuando acabe el año. La ópera acaba con el conjunto cantando oraciones de gracias.
Vemos la versión dirigida por Leopold Ludwig e interpretada por Ernst Kozub, Arlene Saunders, Edith Mathis, Hans Sotin y Gottlob Frick, con la Orquesta Filarmónica Estatal de Hamburgo, grabada en 1968.