viernes, 7 de agosto de 2020

La leyenda del monje (1890). Carlos Arniches, Gonzalo Cantó y Ruperto Chapí

Zarzuela cómica en un acto y en prosa de Carlos Arniches y Gonzalo Cantó con música de Ruperto Chapí. Fue estrenada el 6 de diciembre de 1890 en el Teatro Apolo de Madrid.

Un matrimonio madrileño,doña Sofía y don Simón, con su hija, Olvido, se alojan en casa de Martina la pescadora y de su padre, el tío Mezquino. Están de vacaciones en lo que ahora llamaríamos turismo rural. Olvido tiene a su novio, Valentín, alojado en una fonda del pueblo y por medio de Martina le da recados cada noche. El novio de Martina, el pescador Melecio, tiene celos infundados de Valentín y, aprovechando la leyenda del Monje, decide darle un susto.

(Chapí) les hizo oír un toque de oración magnifico; después les arrulló con un coro que no hubiera cansado á los circunstantes hasta que todos se lo hubiesen sabido de coro, a fin de poder salir del templo tarareando aquello de "Prudencia y calma" y, finalmente, los agasajó con una jota que vale por todo un alfabeto. (La Época del 7 de diciembre de 1890)

No es fácil señalar la supremacía de un número sobre otro. Sin embargo, resultaron de más agrado del público la leyenda, el coro de hombres y mujeres y la jota, los cuales, en verdad, son un modelo acabadísimo de inspiración y de originalidad, siendo repetidos en-medio de atronadores aplausos a instancias del público, que llamó frenético al autor de la música. (El Heraldo de Madrid del 7 de diciembre de 1890)

El maestro Chapí ha encontrado en el asunto motivos para escribir una de las mas bellas páginas musicales que registrará su repertorio. Desde quo la orquesta empezó á preludiar la obertura todo el mundo comprendió que se trataba de la obra de un maestro notable y el numeroso público que llenaba por completo la sala guardó el más religioso silencio. (HB en El Imparcial del 7 de diciembre de 1890)

La música del popular y siempre aplaudido maestro Chapí, es bellísima, inspirada, con una instrumentación primorosa y de tal efecto, que arrebató a la concurrencia obligándola a tributar al autor una de las ovaciones más grandes que el eminente maestro ha recibido. (La Correspondencia de España del 7 de diciembre de 1890)

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