La Sinfonía n.º 38 en re mayor K. 504 de Wolfgang Amadeus Mozart es conocida como de Praga porque durante mucho tiempo se pensó que Mozart la había compuesto para su primera estancia en Praga, en enero de 1787. Según otra hipótesis, la composición habría sido independiente de este hecho, ya que la sinfonía data del 6 de diciembre de 1786, mientras que la invitación para Praga con el fin de dirigir una representación de Las bodas de Fígaro fue posterior. En cualquier caso, la primera ejecución pública tuvo lugar en Praga el 19 de enero de 1787 en el Teatro de la Ópera de Praga, en una sala abarrotada y con la calurosa acogida que Mozart esperaba de los praguenses.
La Praga es una sinfonía grandiosa, espumeante, de ritmo persistente, cuya composición instrumental está repleta de sorprendentes modulaciones. Con esta sinfonía Mozart pone fin a la época de grandes trabajos de inspiración haydniana, y sienta las bases de sus últimas composiciones, determinando el modelo al que se referiría más tarde Beethoven, al comienzo de su desarrollo sinfónico.
Una característica de la sinfonía es la ausencia de minueto, que muchos atribuyeron al hecho de que en Praga, al contrario que en Viena, todavía se prefería la antigua forma en tres movimientos y, por lo tanto, el hecho no puede interpretarse como elección estética ni como un retorno a viejos modelos. En esta sinfonía no encontramos nada deslumbrante, y la ausencia del minueto, la densidad expresiva y la complejidad formal son las marcas de una obra en la que prevalece el aspecto íntimo y reflexivo.
El primer movimiento adagio-allegro nos transporta repentinamente a los vértices del arte mozartiano: tanto Niemetschek, en su biografía de Mozart de 1798, como el musicólogo contemporáneo H. C. Robbins Landon, en 1989, coinciden en utilizar el término "sublime" en referencia a esta sinfonía, una de las tres únicas del autor (junto con la n.º 36 y la n.º 39) que contiene una introducción lenta.
El segundo movimiento, andante, tiene un carácter más cantable, aunque también fue compuesto a base de pocas células básicas, en cierta medida afines a las ya utilizadas en el allegro que cerraba el primer movimiento. La tensión se mantiene alta alternando elementos serenos y oscuros.
En el final Mozart retoma de forma melódica el elemento sincopado presente en el allegro inicial; no obstante, no se crean contrastes insuperables y el movimiento termina con toda la orquesta exultante.
Escuchamos la versión de la Orquesta Filarmónica de Viena dirigida por Karl Böhm en 1979.
I agree Francesc, this symphony seems a real turning point not just for Mozart but others to follow. I love the amazing modulations and almost a feeling of freedom where Mozart is capable of achieving absolutely anything he wishes.
ResponderEliminarPosiblemente ese sentido de la libertad de Mozart al componer sus últimas sinfonías hizo posible el advenimiento de la música sinfónica romántica y la obra de Beethoven. De haber vivido más Mozart, posiblemente hubiese sido uno de los primeros románticos
ResponderEliminarSaludos, Jerry.